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Abocarse al mundo de los recursos humanos supone un gran reto para cualquier empresario; no importa si es una ‘pyme’ o una multinacional, pues siempre se debe elegir el orden de prioridades en la organización y, en función de ello, ajustar las estrategias.

Emprender un negocio requiere de una serie de esfuerzos, entre ellos contratar el personal adecuado, acorde con el crecimiento de la empresa. Una amplia cuota de los emprendedores se queda corto en proyectos y estrategias por insuficiencia de recursos humanos.

Hace unos años, mientras visitaba unos clientes, me encontré con un par de decididos comerciantes que habían determinado materializar sus sueños y darles forma de empresa. Ambos habían tenido gran éxito en su emprendimiento. Uno de ellos ya rondaba la edad de jubilación y no tenía un heredero que tomara las riendas del negocio, así que decidió poner en venta la empresa antes que le llegaran los años en que su fuerza escaseara. Me comentó con mucha confianza que había tenido ese negocio por más de dos décadas y no había tenido un solo empleado con tanta confianza como para abrir una sucursal y encargarlo de la expansión.

El caso del otro cliente era similar, sólo que este apenas tenía escasamente un lustro con su negocio. Había crecido tanto como para abrir una sucursal y me comentó lo mismo que mi cliente que estaba a punto de jubilarse: no había encontrado gente de confianza para que le apoyara en su proyecto de expansión.

¿Sería cierto que ambos hicieron todo lo que les correspondía para hallar o formar una persona de confianza que les secundara en sus ideas de crecimiento?

Escuetamente diría que no. Ahora bien, ¿qué tenían estos caballeros en común? Quizás lo mismo que tú o yo como emprendedores podríamos estar haciendo. Probablemente ambos cometían el mismo error.

Para los empresarios es sumamente importante cuantificar todo y medir la mayor cantidad de cosas, ya lo escuchamos con frecuencia en los recintos universitarios: «lo que no se mide no se puede mejorar». Todo lo medimos, le asignamos un valor y un nivel de importancia dentro de la organización; pero ¿cuánto puede costar el capital humano? La nómina que se paga cada mes no es la respuesta.

Mis clientes habían cometido un error grave, habían dejado un lugar con poca relevancia a los recursos humanos. No habían valorado correctamente el capital humano que había pasado por su empresa y por ello dejaron escapar talentos que pudieron hacer de sus proyectos obras concretas.

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Richard Branson es un exitoso empresario que nos ha desencajado el criterio de que el cliente es primero. Para Branson los colaboradores son primero y si ellos están bien, si ellos se sienten orgullosos de decir que trabajan para nuestra empresa entonces serán los encargados de cuidar a los clientes y velarán por ellos sin que nadie se los pida.

Formar un equipo de trabajo con personas que no reciben una justa retribución puede ser una labor casi imposible de lograr. No hablo de la paga, me refiero a la certidumbre de trabajar en una empresa que valora el esfuerzo de sus colaboradores, aquélla retribución que viene en forma de reconocimiento a alguien que vio un problema que no le afectaba directamente, pero si afectaba la empresa; se sintió comprometido y buscó la forma de resolverlo; también hago referencia a la indescriptible experiencia de un buen clima laboral.

Así que el capital humano es el activo más importante en cualquier organización. Escuchar a tus colaboradores, tomar en consideración sus opiniones, invitarlos a mejorar los procesos y la empresa como tal puede hacerlos sentir parte del proyecto; y si acompañas eso de crecimiento, seguro que lograrás un equipo cohesionado, con un objetivo colectivo.

Participa en el debate y cuéntanos qué tan importante es para un trabajador saber que podrá crecer dentro de la organización que está.